Para Concha, con todo mi amor. Al rato nos
volveremos encontrar.
En estos días recibí un correo
que me hizo reflexionar profundamente. Una colaboradora y amiga me escribió
prácticamente para despedirse. Desde hace un par de años, inició una lucha
intensa contra el cáncer. Hoy, todo parece indicar que su cuerpo no puede soportar una
quimioterapia más.
Las líneas que redactó eran pocas pero concisas. Me decía
que se despedía y que agradecía todas las atenciones, que se sentía afortunada
por habernos conocido. Se disculpaba por la corta extensión de su texto pero no
tenía fuerzas para escribir más.
Después de leer lo que me contaba, me sentí triste. Pero
al mismo tiempo, me hizo contemplar la relación que tenemos con la muerte.
Desde la compasión que enseña el Dalai Lama, mando todas mis bendiciones e
intenciones para aliviar su sufrimiento, hacer que su tránsito sea en paz, en
calma, rodeada de los seres que la han acompañado. Decirle que todo esto es
transitorio. Que la muerte y el nacimiento van y vienen.
La muerte es el gran recordatorio de la impermanencia en
la vida. Es la cualidad de parinimavada:
todo nace (Brahma), se sostiene (Vishnu) y se destruye (Shiva).
Swami
Muktandanda, en su libro ¿Existe
realmente la muerte, explica: “Para la
persona sabia, la muerte es hermosa. Es solo cuando te falta conocimiento que
la muerte es temible. Cuando conoces al propio Ser interior, la muerte se
convierte en un juego agradable. Cuando Ramakrishna se estaba muriendo, uno de
sus discípulos le preguntó: “La
Madre Divina te otorga todos tus deseos. ¿Por qué no le pides
que cure tu cáncer?" Ramakrishna respondió: "¿Por qué debo considerar
mi cáncer como algo negativo? ¿Por qué no considerarlo como el regalo bendito
de Dios?" Así es como muere una persona sabia”.
En El mapa de la felicidad, Ana Paula Domínguez, escribe: “En Occidente sabemos mucho de las cosas
que el sistema necesita que sepamos, pero poco sobre la vida misma. Nos invitan
a ser hedonistas, a buscar el placer inmediato que produce un bien de consumo,
una experiencia, pero no nos enseñan el conocimiento de temas tan
trascendentales como la muerte. La muerte suele ser un tema tabú del que es
mejor no hablar y del que muchos no sabemos ni cómo enfrentar. Además de eso,
al hecho de morir lo relacionamos con lo peor que puede suceder en la vida. Un
ataúd, gente rezando y llorando, todos vestidos de negro. Todo lúgubre. Todo
tristeza. Todo lo peor”.
Si
continuamente el yoga nos recuerda que todo se crea, se mantiene y se
transforma, ¿por qué nos siguen afectando las pérdidas? ¿Cómo debe vivir un
yogui frente al duelo?
El
año pasado, en diciembre, estuve en Varanasi, una de las ciudades más sagradas
de la India y
también una de las más antiguas del mundo. Se dice que Shiva la creó y quién
muere en este lugar se libera del ciclo de reencarnaciones. Por esa razón,
muchas personas piden que sus cuerpos sean cremados ahí para luego esparcir las
cenizas en el río Ganges. Mientras caminaba por unos de los Ghats de Varanasi
fui testigo de una cremación. Era sencilla. El cuerpo estaba colocado sobre
leña, arropado en telas de color naranja. Eran seis personas nada más. Uno de
ellos recitaba mantras mientras el fuego provocado por la madera consumía el
cuerpo. No había una sola lágrima. Enseguida, mientras me alejaba, fue testigo
de una escena que es difícil describir con palabras. Un hombre se acercaba al
Ganges. En sus brazos, llevaba a su bebé muerto. Como los recién nacidos llegan
con un cuerpo puro, no es necesario cremar el cuerpecito para que sea recibido
por el Ganges. Iba a depositarlo en el río. El rostro de este hombre era
impresionante. No encuentro adjetivos precisos para poder describirlo. Pero
había una calma perceptible que asumo sólo puede ser resultado de la
aceptación.
El
yogui es consciente y acepta que las formas y los roles en el mundo son
impermanentes. La muerte es un continúo recordatorio de que lo único real que
tenemos es el momento presente. ¿Por qué seguimos aferrados a un pasado que ya
es historia? ¿Por qué nos preocupa un futuro que es una proyección? Trabajos,
relaciones, posesiones, van y vienen. Hoy eres hijo, mañana padre, y en el
futuro quizás abuelo. Hoy quizás estés desempleado y mañana serás jefe. Hoy te
toca ser líder de un proyecto y mañana serás quien ejecute las acciones. Todo
es una gran obra de teatro en la que estamos interpretando roles continuamente.
Es el juego de la consciencia, Chiti
Shakti Vilas.
Nos
desgastamos demasiado en pensar lo que pudo haber sido, lo que será o lo que
fue sin observar lo que tenemos ahora, que es perfecto. Si el yogui está en un
estado de calma y paz, vive con la consciencia plena de que hasta esos estados,
por más positivos que parezcan, son temporales y podrían verse afectados por la
salud o la muerte. Y si atravesamos por una situación difícil, transgresora, el
yogui también sabe que eso que está viviendo encierra una gran enseñanza y que
tampoco la situación será eterna.
Las pérdidas duelen porque la
mente está aferrada a las formas, a lo conocido, a lo que está acostumbrada.
Pero el yogui, con gran perspicacia, quiere ver más allá de las formas para
aceptar que todo cuanto existe se crea, se sostiene y se transforma. Con este
entendimiento, el yogui aprende a surfear en las olas de las distintas
manifestaciones en el mundo. Si hacemos una analogía con esta energía que
llamamos vida, podemos apreciar que el mismo mar puede producir una calma de
gran belleza o un tsunami con una fuerza destructora implacable. Seguro habrá
olas placenteras, divertidas pero también habrá otras que impliquen grandes
retos. Pero al final, siempre está la orilla a la que puedes llegar.
La calaca no se asusta
pero su trikonásana si espanta
pues se oyen rechinidos
en sus piernitas y espalda.
Escucha el episodio especial de Om Yoga Hoy Podcast Día de los difuntos
pero su trikonásana si espanta
pues se oyen rechinidos
en sus piernitas y espalda.
Escucha el episodio especial de Om Yoga Hoy Podcast Día de los difuntos
Que gran post. Y cuanta verdad!
ResponderEliminar~ Om Tat Sat ~
ResponderEliminarMuy bien escrito. Me ha gustado mucho. Namasté!
ResponderEliminarAceptar la muerte con tranquilidad y alegría cuando llegue...
ResponderEliminarAceptar la muerte con tranquilidad y alegría cuando llegue...
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