La abundancia de la contemplación

 



Estamos atrapados en una dinámica de hacer todo el tiempo. Sin darnos cuenta, quedamos atrapados en las llamadas al celular, los compromisos familiares, las reuniones de trabajo, los correos electrónicos. Una vez más correr, correr, correr. 

Creemos que la productividad es sinónimo de éxito pero está actividad incesante nos lleva a un consumismo sin sentido y así confundimos la abundancia con la acumulación de bienes materiales.

Si bien el dinero nos ayuda a vivir con recursos para solventar las necesidades básicas como la alimentación, el sustento, un lugar dónde dormir, atender una enfermedad, no significa necesariamente abundancia.  

Byung-Chul Han es uno de los filósofos que más ha revolucionado la manera de pensar de miles de personas que asisten a sus conferencias o leen sus libros sobre la vida contemporánea del ser humano. En su más reciente libro, Vida contemplativa. Elogio de la inactividad, “advierte que nos asemejamos a máquinas y dado que solo percibimos la vida en términos de trabajo y rendimiento, interpretamos la inactividad como un déficit que ha de ser remediado de inmediato”, cuando en realidad la inactividad es una forma de esplendor de la existencia humano. 

Y es que en día a día de nuestros días no hay creación que surge de la vida contemplativa. La eficiencia y funcionalidad son formas de supervivencia. Y el autor coreano radicado en Alemania continúa: “la verdadera felicidad se debe a lo vano e inútil, a lo reconocidamente poco práctico, a lo improductivo, a lo propio del rodeo, a lo desmedido, a lo superfluo, a las formas y a los gestos bellos que no tienen utilidad y que no sirven para nada”. Piensa en la belleza de la poesía, donde el lenguaje no tiene un fin práctico sino que surge de la contemplación. 

Ya en la antigüedad el sabio Patanjali enseñaba en sus Yoga Sutras la importancia de practicar Aparigraha, que se puede traducir como la no avaricia,  porque cuantos menos bienes se atesora, más tiempo se dispone para reflexionar y para conocerse mejor. 

El maestro defiende que cuando se vive de forma austera, se alcanza la felicidad y la satisfacción. Aparigraha implica renuncia y libertad al mismo tiempo: renunciar a la posesión excesiva de bienes, reconociendo que la abundancia no es un medio para lograr la felicidad, y libertad como estado que se alcanza al renunciar a esos bienes que solo producen ataduras y preocupaciones. Aparigraha no censura la posesión material, sino la excesiva, e invita a reflexionar sobre el qué y el cuánto. 

Así que practica el elogio de una vida contemplativa, medita y descubre que eres un ser pleno y abundante cuando te das cuenta de que el dinero que tienes es suficiente, la casa que habitas es placentera y cuentas con el tiempo para realmente no hacer nada práctico. 




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