El miedo y los nuevos tiempos

Una de las funciones principales de la mente es asegurar la supervivencia con el menor desgaste energético. Esta es una de las razones por las cuales somos seres de hábitos ya que las rutinas nos proporcionan una sensación de control y estabilidad que asociamos con la seguridad y el bienestar. ¿Por qué cambiar algo que me ha funcionado de manera óptima hasta este momento?
Pocas veces nos detenemos a reflexionar si aquello que definimos como “óptimo” es un hecho inflexible que no admite posibilidades. “El ser humano es conservador, no le gusta cambiar de rutina ni los estilos de vida a los que está acostumbrado”, explica Ricardo Trujillo Correa, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
            Una de las primeras lecciones que aprendí cuando comencé a practicar Hatha y Ashtanga Yoga, dos de las escuelas más populares de la práctica de posturas o ásanas, fue que el cuerpo humano encierra un campo infinito de posibilidades. La constancia y el enfoque te permiten desarrollar cualidades como la fortaleza, el equilibrio y la flexibilidad que consideraba que no eran parte de mi constitución física. Por esa razón, comenzar a practicar posturas implica una resistencia natural al enfrentarte a nuevas situaciones. Yo debía vencer nociones como “no soy flexible”, “debo bajar de peso para practicar”, “estos ejercicios son para jóvenes”, etcétera. Y la raíz de estas concepciones están en el miedo y el cambio de hábitos.
            El monje budista Thích Nhất Hạnh señala que “todo el mundo tiene miedo en ocasiones. Tenemos miedo, entre muchas otras cosas, a la soledad, el abandono, la vejez, la enfermedad y la muerte”.
            Durante la pandemia desatada por el Covid-19, el catedrático de la UNAM advierte que “nos enfrentaremos a emociones incómodas como el agobio del miedo, la frustración, el enojo y la paranoia. Estas sensaciones se mezclan entre quienes deben cumplir con un aislamiento obligatorio o quienes han optado por aislarse para no contribuir a la expansión del nuevo virus”.
            La saturación de información y, como contraparte, la desinformación aunada a la crisis por un miedo viralizado en redes sociales, nos expone a altos niveles de estrés que se añaden a las presiones cotidianas ante la incertidumbre de un escenario económico complicado.
            Trujillo Correa recomienda que “para que el aislamiento se viva de la mejor manera se debe tener conciencia de que el malestar viene cuando hay un cambio en el comportamiento. Esto no significa verlo como algo negativo, sino como una oportunidad para adaptarse. Por eso se debe tener en claro el motivo por el que estoy cambiando mi rutina”.
            Si reflexionamos sobre el carácter no permanente de todo lo que existe, seremos más consciente de que esta situación que estamos enfrentando cambiará. Mientras tanto, es importante desarrollar nuevos hábitos que nos permitan sobrellevar esta etapa de la mejor manera.
            En primer lugar, incorpora a tu rutina, una práctica de meditación para acceder a un estado de calma y serenidad. Además, al meditar generas una consciencia plena de habitar en el presente y no en las proyecciones que surgen de lo que lees en redes sociales o escuchas en medios de comunicación. Si no sabes cómo meditar, envíame un mensaje de texto para indicarte dónde puedes aprender las bases de una práctica meditativa de manera gratuita.
            En segundo lugar, a partir del estado de claridad que surge de una práctica meditativa, reflexiona para identificar las raíces de tu miedo. ¿A qué le temes en realidad? ¿A la soledad? ¿Al rechazo? ¿A la pérdida? Thích Nhất Hạnh enseña que “reconocer y cuidar el miedo interno es el primer paso para abandonarlo”.
            En tercer lugar, es vital mantener la salud del cuerpo. Te recomiendo comenzar a practicar yoga. Muchos maestros han comenzado a ofrecer clases y tutoriales en redes sociales sin costo. Aquí es importante asegurarte que las clases correspondan a tu nivel de práctica. Al no tener un maestro de manera presencial, no podrá ajustarte ni corregir la ejecución de las posturas. Por eso es vital, antes de comenzar a practicar, elegir la sesión adecuada. Si tienes dudas, escríbeme por mensaje directo y te podré dar algunas recomendaciones.
            Aliméntate bien, duerme a tus horas y evita hábitos como el consumo excesivo de alcohol y tabaco. Si tienes una enfermedad crónica, no la desatiendas y sigue las recomendaciones de tu médico.
            En cuarto lugar, cuida qué le das a tu mente. De lo que lees, observas o escuchas, ¿qué te causa angustia o ansiedad? ¿Qué te brinda una sensación de paz? Sé selectivo con la información. No se trata de esconder la cabeza como avestruz y negar la existencia de nuestras circunstancias sino de aplicar filtros para lograr una mayor claridad. Sigue los protocolos e indicaciones de las autoridades de salud. Ya sea que elijas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la del gobierno federal, de la Universidad Johns Hopkins o cualquiera; enfócate en una y deja de leer aquí y allá porque eso solo genera confusión y ruido interno. Asigna un horario específico para informarte y el resto, aprovecha para leer libros y novelas. Si vas a ver series en streaming, se consciente que pueden resultar adictivas y es probable que adoptes posturas que te causen dolores en espalda y cuello. Aquí la clave es destinar un tiempo determinado a cada una de estas actividades.
            Y finalmente, es fundamental generar una mayor empatía. Las pandemias no excluyen a ricos ni pobres. Desgastarte en discusiones políticas no te liberará de un posible contagio. Hay personas que deben salir a trabajar y que viven al día. Apóyalas consumiendo sus productos.
Sé muy cuidadoso con lo que dices y publicas en tus redes sociales. No generes confusión ni odio. La compasión es una práctica benéfica para la mente. Estigmatizar a alguien por pertenecer a un grupo racial o por ser un posible portador solo agrava la situación de división. No nos olvidemos de nuestros adultos mayores ni tampoco de los adolescentes que atraviesan por una etapa donde la actividad y la interacción social son fundamentales para su desarrollo. Yo me cuido, tu te cuidas, nos cuidamos todos. Solo juntos, independientemente de nuestras filias y fobias ideológicas, podremos salir y superar esta etapa temporal de la mejor manera.
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