Vivimos en una época donde la información es
más accesible para todos. Sin lugar a dudas, las redes sociales y el internet
han revolucionado la manera de interactuar con los acontecimientos que nos van
contando, no solo la historia del mundo, sino también van reconstruyendo
nuestra propia visión de quiénes somos, qué anhelamos, contra qué luchamos o
cómo nos relacionamos.
Los
avances tecnológicos han cambiado el rumbo de la humanidad a un ritmo
vertiginoso. Hoy el contenido es el rey. Cómo nunca antes, ahora tenemos la
posibilidad de participar en cursos, tener acceso a libros, reunirnos con otros
seres con quiénes somos afines, escuchar programas de radio y televisión en el
momento que nos sea posible, etc.
Sin embargo, ante esta oleada de
información es necesario hacer una pausa, detenernos y no dejarnos intimidar
ante este tsunami de opciones. Y es que ante el océano de posibilidades que se
nos presentan, la mayoría del tiempo queremos aprenderlo todo, manejar la mayor
cantidad de información posible, incorporar lo aprendido de manera inmediata,
pero al final, terminamos en un río de confusión.
En este sentido, la contemplación es
una práctica indispensable para generar cambios efectivos que nos permitan tomar
mejores decisiones para habitar en un estado de equilibrio y contentamiento.
Esta
práctica se conoce como ātma-vichāra
que se puede traducir como indagación, observación del alma o ātma. Es decir, se trata de un proceso
de indagación del estado mental, emocional y físico en el que nos encontramos.
Pero, ¿por qué es importante realizar esta práctica de manera cotidiana y cómo
integrarla de manera efectiva en nuestro proceso de cambio?
En
primer lugar, debemos considerar que el momento que estamos viviendo cada uno
de nosotros es único e irrepetible, por lo tanto, lo que funciona para unos
quizás no sea lo que necesite en esta etapa de mi vida y viceversa, lo que a mí
me ha ayudado es probable que no sea de utilidad en estos momentos porque nuestros
procesos son distintos. O quizás sí. Por eso es necesario este proceso. Por
otro lado, en segundo lugar, al indagar en nuestra propia experiencia,
desarrollamos la intuición, aprendemos a escuchar y, sobre todo, a escucharnos.
Por
lo tanto, podemos deducir que la práctica de ātma-vichāra nos permite acceder al conocimiento intuitivo. La
metodología que he desarrollado para practicar la contemplación consta de cinco
etapas:
C: Contempla
A: Asimila
M: Medita
B: Beneficia
I: Integra
A: Agradece
Contempla
Prepárate para iniciar el proceso de
contemplación. Ya sea que leas un libro, acudas a una conferencia, escuches un
programa de radio o participes en un taller o curso, ábrete a la experiencia
del conocimiento intuitivo.
Asimila
Si hay una frase o enseñanza que captó tu
atención, asimílala y mantenla presente.
Medita
Prepárate para meditar. Repite mentalmente la
enseñanza que asimilaste y pregúntate: “¿Qué debo aprender hoy de esta
enseñanza?” No busques ni rechaces nada en particular. Tampoco te aferres a algo.
Simplemente observa como un testigo el proceso de meditación contemplativa.
Beneficia
Antes de concluir tu proceso meditativo,
visualiza cómo lo que hoy aprendiste te beneficia a ti y a los otros, a tu
comunidad, a tu familia, etcétera. Al visualizar como nuestras acciones,
pensamientos y palabras contribuyen a la felicidad de todos los seres
sintientes, nos abrimos al estado de la compasión que genera una mayor
capacidad de vivir en comunidad.
Integra
En tu diario, escribe tres compromisos para
integrar a tu vida cotidiana lo que has contemplado durante el proceso
meditativo.
Agradece
Cierra tu diario y agradece porque tienes la
capacidad, los recursos y el tiempo para observarte, conocerte y meditar. La
práctica del agradecimiento genera una sensación de bienestar emocional al
enfocarte en tus capacidades y no en tus carencias.
Namasté.
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