Del yoga como un negocio y la importancia de mantener las enseñanzas presentes en todo momento




Siempre me he considerado afortunado por la confianza de mis colegas, amigos, estudiantes y practicantes que acuden a las clases, charlas y talleres que imparto. El espacio y la relación que se establece cuando contemplamos las enseñanzas del yoga lo considero sagrado y una gran bendición que me permite, en cada sesión, ratificar mi amor y respeto por el linaje de maestros y practicantes que se ha establecido a lo largo del tiempo y que sigue vigente.
                No estoy en contra de que exista una retribución que permita sostener los espacios de práctica y que sea un pilar para que los maestros tengan una vida digna y que continúen estudiando para ofrecer a sus alumnos la experiencia del yoga de una manera segura y respetuosa. El dinero es la manifestación material de Lakshmi, la representación de la divinidad que nos permite cubrir los aspectos prácticos de la vida cotidiana.
                Cuando me preguntan qué opino sobre las marcas que ofrecen ropa, tapetes, alimentos y aditamentos dirigidos a este segmento de consumidores potenciales contesto que, si esta contribución permite hacer una divulgación incluyente para que más personas se acerquen a la práctica, alejada de estereotipos, ¡pues adelante! Cuando se abrió Jois Yoga en California, Estados Unidos, muchas personas se manifestaron en contra al saber que Sonia Jones financiaba este proyecto y temían que el ashtanga vinyasa yoga que enseñaba K.P. Jois se convirtiera en una actividad elitista. Sin embargo, esta iniciativa permitió clases públicas en Nueva York y California con transmisión en vivo para que más personas se acercaran a las enseñanzas de Sharat Jois, el nieto de Pattabhi. De otra manera, esto no hubiese sido posible. Por eso insisto en que no debe cortase esta cadena de abundancia como una muestra de gratitud hacia el maestro quien ha dedicado recursos, horas, días, semanas y años en estudiar, practicar y reflexionar sobre el yoga para después transmitirlo.
                Sin embargo, si es importante tener en cuenta que administrar un espacio para la enseñanza del yoga nos impondrá retos y desafíos que nos pueden sacar de balance. De nada te sirve un parado de cabeza, completar la primera serie o hacer un arco completo si pierdes la ecuanimidad ante los eventos que salen fuera de tu control. Y toda esta contemplación surge de una anécdota que me ocurrió hace poco al suplir una clase en un estudio de Polanco, en la Ciudad de México. Recibí información con un error de dedo y en lugar de decir “termina a las 8:50”, el texto señalaba: “termina a las 9:50”. Extrañado reconfirmé si la información era correcta y ésta se corroboró. Así que, con gran respeto por la instrucción recibida, por los alumnos que acudieron y por el espacio que abre sus puertas, impartí mi clase conforme lo indicado.
                El malentendido surgió cuando llegó una persona responsable de la coordinación de horarios y, ligeramente alterada, me dijo: “tienes que salirte ya. Se te dijo que por la clase de Batptise, tendrías que terminar a las 8:50”. Amablemente respondí: “Una disculpa, recibí una instrucción distinta, pero termino ya”. Su respuesta fue: “¡Pero solo tienes un minuto y no más!”. Evidentemente, no puedes sacar a tus alumnos de una manera tan abrupta y aceleré que entraran en svasana de la mejor manera para no interrumpir el proceso del yoga. Fue entonces cuando la dueña del lugar llegó y tocó la puerta tronando los dedos para terminar la sesión. Proporcioné a los alumnos instrucciones para que salieran de la mejor manera de la postura de relajación profunda con la cual se debe terminar una clase.
Traté de explicarle a la dueña que solo seguía las indicaciones que se me habían dado, pero me dio la espalda y se apresuró a entrar y tomar la clase que iba a iniciar con Baptiste Marceu, un maestro que admiro y respeto con gran cariño.
                Esta falla de información solo retrasó el evento 7 minutos. Fue entonces que contemplé la importancia de mantener el estado del yoga en los momentos difíciles. Cuidar la salud de las personas que acuden a una clase de yoga debe ser la prioridad de quienes tenemos la gran bendición de guiar una práctica. Honrar el espacio y a los colegas es fomentar el desarrollo del sangham o comunidad noble de buscadores. Así que no perdamos la ecuanimidad. Respetemos las enseñanzas del yoga en todo momento. Cuando manejamos y administramos un centro de yoga enfrentaremos muchos retos como el pago de la renta, la administración de los gastos, cubrir los salarios, garantizar que todos estén a gusto. No estamos exentos de que las cosas no fluyan como queremos, pero nuestra fortaleza está en honrar lo que aprendemos en el tapete. La verdad está en la autenticidad del buscador. El poeta Túlsidas escribió:

Las complicaciones se crean al hablar.
Los problemas se resuelven al hablar.
Al hablar con discernimiento,
uno obtiene bendiciones.
Al hablar sin sentido, uno puede enloquecer.

Es probable que la dueña de este espacio, y que ha dedicado su esfuerzo a mantenerlo por tantos años con gran empeño, haya estado presionada esa mañana. Estoy seguro de que su comunidad, incluidos maestros, alumnos, socios y colaboradores, es su prioridad y está al tanto de sus necesidades generando una acción de servicio desinteresado. Por eso escribo este texto de manera amorosa para no perder el enfoque y recordarnos lo que es verdaderamente importante. En todos los aspectos de la vida, siempre encontraremos desafíos, momentos dulces y amargos. Y es aquí cuando comienza el verdadero yoga.

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