Hoy nos ha tocado una época sin igual. El impacto de
un planeta digitalizado con una sobre carga de información genera, entre otros
escenario:
- Una parálisis y arrepentimiento en la toma de decisiones
- Una confrontación que privilegia la información por encima de la intuición
- Errores, frustración y ansiedad
- La sensación de que la inmediatez es la decisión más eficaz sin atender la calidad de la respuesta proporcionada
Basta con utilizar un buscador en un teléfono
inteligente y el mundo se devela ante ti. Por esa razón, si enseñas yoga, es
prioritario mantener el enfoque de lo que implica ser una vía para quienes
acuden a tus clases en busca de un bienestar físico, mental o emocional. Sharon
Gannon, de Jivamukti Yoga, dijo en una ocasión que los buenos maestros son “seres
que realmente aprecian a otras personas y están dedicados a la liberación y
felicidad de sus estudiantes”. Por su parte, el mismo B.K.S. Iyengar, en un
texto maravilloso de su libro El árbol
del yoga, comenta: " Los profesores han de conocer el comportamiento
de las personas que acuden a ellos, cómo reaccionan y estar listos para ayudar,
proteger y salvaguardar a sus alumnos."
Pongo en la mesa esta reflexión
porque cada vez es más frecuente que utilicemos las plataformas digitales y las
redes sociales para promover la práctica del yoga como un camino más allá del
acondicionamiento y el ejercicio físico. Y en este contexto, he observado como
muchas veces en lugar de ser incluyentes, los mensajes que se emiten desmotivan
y alejan a los nuevos practicantes. Seguimos aferrados a reproducir expresiones
que demeritan el uso del español bajo la creencia de que así parecemos más joviales,
libres y heterodoxos. O, por el contrario, mezclamos anglicismos para mostrarnos
más cosmopolitas y aspiracionales. Lo paradójico es que, si bien la tendencia
de la aldea global fue, en su momento, un movimiento de integración, hoy se ha
vuelto una necesidad recuperar la identidad regional para ser más universal. Y la
lengua es un factor que une, crea lazos y empatías. De ahí su importancia.
Honra
el poder de tus palabras. En el arte de instruir a otros en la ciencia del yoga,
la palabra es fundamental. ¿Por qué dices lo que dices a quién lo dices? En el
ámbito de lo privado, maneja el discurso con el que te sientas a gusto, pero si
asumes el rol de motivar a otros en la práctica del yoga, respeta a tus
alumnos, agradece a quienes han depositado su confianza en ti y no defraudes a
quienes te han recomendado para escucharte, leerte o verte en una de las
múltiples plataformas disponibles. Ante la incertidumbre que provoca la vorágine
informativa, seamos responsables y incluyentes para que más y más practicantes
se acerquen al yoga.
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