Una de mis amigas, Anayancin GF, además de gran maestra, me comentó en una ocasión que “cuando sientas que todo se cae, yoguea”, y mi maestro, Swami Nityananda siempre enseña: “No dejes de practicar. Incluso, en el peor de los días”. Estas dos afirmaciones me hacen reflexionar sobre las razones que nos motivan para integrar el yoga como un estilo de vida. Y todo viene a colación porque recientemente un amigo me preguntó: “¿Terminaste la primera serie?” Le respondí que no y en seguida, sin meditarlo mucho, agrego: “¿Y no te tienes como un sentimiento de culpa por no completarla?”
El
yoga no es un camino para acumular formas físicas o completar una serie. Por
supuesto que nuestro enfoque va cambiando conforme crecemos. No es lo mismo
encontrarse con el asthanga yoga a
los 19 años que seguir con una práctica continua a los 40. Los años de ímpetu
de la juventud te motivan a ir dar siempre un paso extra. Y si bien, como occidentales
tendemos a querer más y más pensando que si completamos las tres series vamos a
encontrar la iluminación o que si recitamos de memoria los Yoga Sutras hemos
adquirido una sabiduría infinita, la realidad es que el yoga es un campo de
posibilidades infinitas que no se reduce a la práctica de ásanas o posturas ni a un aprendizaje meramente intelectual. El
yoga es vivencial, en cada momento.
Si
recordamos las ocho ramas del yoga de Patañjali, primero señala que es necesario
cultivar cualidades que nos permitan la convivencia armónica con el entorno (yamas),
enseguida marca las pautas que un practicante debe desarrollar (niyamas).
Posteriormente viene la parte del trabajo de la postura (ásana) para mejorar el
flujo energético (pranayama) y así poder ver el mundo como un testigo,
controlando los sentidos (pratyahara). Con este trabajo
previo, el siguiente paso es desarrollar la capacidad de enfocar la mente en un
punto (dharana) que nos permita meditar (dhyana) para, finalmente,
entrar en el estado de unión (samadhi). Las posturas son uno de
los medios, no el fin.
Recientemente tomé
una clase con Baptiste Marceau, alumno de David Williams, y uno de los primeros occidentales que practicaron con K. Pattabhi
Jois. Baptiste comentó que “el yoga es el arte de envejecer con gracia”. Y coincido
plenamente porque el verdadero yoga comienza al enrollar tu tapete y salir al
mundo. ¿En serio crees que cuando llegue el día del pago de la renta y no
completas el monto, le podrás decir a tu casero: “me podría esperar hasta el
próximo mes. No se desesperé. Miré cómo puedo completar la segunda serie del
Ashtanga Yoga.”?
Disfruta
todo lo que el yoga ásana te puede ofrecer: disciplina, confianza, enfoque,
pero no descuides tu relación con el mundo. Cultiva las ocho ramas del yoga, qué la claridad siempre esté en tus decisiones, que nuestra relación con el exterior sea un reflejo de
estado sereno que la práctica nos da. Y por favor, ¡qué tu casa, oficina o el
lugar donde te mueves sea impecable, como tu práctica!
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