No dejes para mañana lo que puedes yoguear hoy



Cada vez escucho con mayor frecuencia que el yoga se ha comercializado, que es un negocio, que nos estamos alejando de sus raíces. Me han preguntado qué podemos hacer para evitar esta distorsión en tiempos donde el Instagram ha sustituido la práctica personal y el Facebook los encuentros reales.

Hoy tuve una gran lección para profundizar en el entendimiento de las raíces del yoga. No crean que fue hacer un ásana complicada, meditar durante varias horas o completar la segunda serie del Ashtanga Vinyasa Yoga. Simplemente se trató de contar con ecuanimidad y el control de las emociones para sentarme a dialogar y dejar atrás las historias que hemos permitido que la mente nos cuente: "me dijo, me hizo, me engañó, me traicionó, me dañó moralmente", etc.

Maestros como Patañjali, Desikachar, Sankar, Nityananda e Iyengar coinciden en señalar que el sufrimiento tiene su origen en una comprensión incorrecta de la experiencia. ¿Qué historia te estás contando? Mientras permitamos que la mente vaya de un lado a otro, sin rumbo, viviremos anclados en nuestra propia percepción apagando fuegos, permitiendo que las fluctuaciones de los acontecimientos, siempre cambiantes, nos conduzcan como barcos a la deriva. 

Si tienes que resolver una situación que te incómoda o causa aflicción primero debes preguntarte si quieres cambiarla. Si la respuesta es no, ¡perfecto! Be my guest! Pero luego no te quejes. Si quieres modificar esa situación, lo primero que tienes que hacer es identificarla con una mente en paz, libre de apasionamiento para que surja la claridad. 

Swami Chinmayananda, en sus comentarios al Vivekachoodamani, señala que: “debemos tener la libertad en todo momento de cambiar nuestros patrones de vida y buscar nuevos métodos para mantener a la mente y al intelecto ocupados en un cálido contentamiento”. 

¿Cómo mantener y cuidar el gran legado del yoga? En mi opinión, viviendo una vida con el menor sufrimiento posible, alojándonos en el contentamiento (santosha), generando espacios libres de violencia (ahimsa), respetando la propiedad ajena (asteya) y cultivando la compasión (karuna) hacia todos los seres vivos. Esto es el inicio de un gran yoga. Comienza con tu entorno, con tus emociones. El cuerpo se transformará. 

Reflexiona por un momento, si de grande ya no tienes la fortaleza para ejecutar ásanas, entonces, ¿te camino de indagación terminará ahí? El ásana es el medio, no el fin. Si te gusta sacarte fotos, hacer posturas, ¡perfecto! En la antigüedad las demostraciones públicas de Krishnamacharya eran una manera de invitar a que más personas se iniciarán en la práctica. Pero no te quedes en la postura. Revisa qué te hace feliz, ¡y sigue haciéndolo! Y cuando encuentres hábitos y actitudes que no contribuyen a tu equilibrio, ¿por qué no cambiarlas? Esta es la invitación de la práctica del yoga.

Comentarios