De los hábitos, la resistencia al cambio y el yoga

Conforme vamos creciendo, nuestros hábitos y la manera en que nos explicamos el mundo tienden a convertirse en verdades absolutas. Nos cerramos ante la posibilidad de abrirnos a experiencias y conocimientos nuevos. Nos volvemos rígidos de pensamiento y poco tolerantes ante escenarios que son desconocidos para nosotros.
            En mi opinión personal, una de las grandes enseñanzas del yoga es aprender a trabajar con nuestros hábitos para abrirnos a nuevas posibilidades de percepción que nos ayuden a llevar una vida más placentera.
            Swami Chinmayananda, en su  introducción a la Bhagavad Guita, explica la importancia de entender cómo nuestros hábitos son un reflejo de nuestro estado mental.
Chinmayananda señala que en sánscrito existen dos vocablos para referirse a la mente: manas que es la mente objetiva, aquella que recibe los estímulos a través de los sentidos del oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato. Y luego, Buddhi o mente subjetiva, que interpreta los estímulos externos y los traduce en actos a través de los órganos de acción: el habla, el movimiento a través de las piernas, la destreza manual, la reproducción y la excreción. Y destaca: “la separación entre los aspectos objetivos y subjetivos de la mente están determinados por las capas de deseos egoístas en el individuo. Entre más grande sea la distancia entre estos dos aspectos de la mente, más grande será la confusión interna”.  Y esta distancia está determinada por la construcción previa que nos hemos hecho del mundo a partir de nuestras vivencias en el pasado. Una experiencia agradable o desagradable de nuestro pasado deja una impresión en la mente subjetiva y ésta es la que determinará la interpretación de los estímulos externos que recibimos continuamente. La confusión radica en que estas interpretaciones subjetivas las asumimos como realidades absolutas y comenzamos a reaccionar sin tener un proceso consciente de acción.
            ¿Cómo generar una mayor conexión entre manas y buddhi? La clave está en la posibilidad de serenar la mente a través de la meditación y el yoga. Recuerdo la enseñanza de un maestro que, al instruir a sus alumnos en el arte del hatha yoga comentaba: “conforme nuestro cuerpo se hace más flexible, también nuestras actitudes lo hacen”.
            El cuerpo reacciona a nuestros estados mentales. Las posturas de hatha yoga nos ofrecen la posibilidad de experimentar situaciones nuevas que nos sacan de nuestros estados habituales de acción.  Y aquí la meta no es llegar a ejecutar determinada ãsana o postura  sino lo que aprendemos en el camino.
Imagina que estás en el proceso de llegar a pincha mayurãsana ¿Qué sensaciones percibes? ¿Miedo, ansiedad, apego, felicidad, gratitud? ¿Eres consciente de que una postura, por más bella que sea, solo dura un par de respiraciones? ¿Descubriste que tu cuerpo, al igual que lo que ocurre en el universo, es un conjunto de infinitas posibilidades?
La práctica de las ãsanas en el yoga fortalece el cuerpo y disminuye la ansiedad, entre otros beneficios. Un cuerpo fuerte y sereno es campo fértil para la mente meditativa.  Al meditar, nos volvemos testigos de nuestros estados perturbados por emociones negativas y nos damos cuenta que son temporales también. La meditación acorta el espacio entre la mente objetiva, manas, y la mente subjetiva, budhi. Meditar te permite asentarte en el momento presente y comenzar a actuar de manera consciente. Actúas, no reaccionas. La acción consciente es una característica de un yogui sereno.
Así pues, no queda otro camino que la práctica constante. No siempre es sencillo porque las emociones perturbadas nos desmotivan a meditar y ejecutar nuestra práctica de yoga. En su libro Conócete a ti mismo, tal y como realmente eres, el Dalai Lama explicaba que uno de los grandes desafíos que el practicante debe enfrentar es la pereza. Y no se refería simplemente a quedarse en cama dormido 20 minutos más. Comentaba que es la pereza de no actuar desde una mente consciente. Es más fácil reaccionar de manera intuitiva que realmente acceder a un proceso de consciencia del momento presente.
En mi caso, he decidido reforzar mi compromiso con mi práctica meditativa. Así, aunque tenga que madrugar, lo primero que hago en las mañanas es meditar. Y mi mente, creo, lo está agradeciendo.

Namasté

Twitter @omyogahoy


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