La revolución del yoga. Be the change

A finales del año pasado, por segunda ocasión, tuve la oportunidad de volver a asistir al Sat Nam Fest México en el mágico valle de Tepoztlán, en Morelos. El festival lo organiza Spirit Voyage Latinoamérica, una compañía discográfica que se dedica a difundir las enseñanzas de Yogi Bhajan a través de la música y las prácticas del Kundalini Yoga.
Entre los músicos que conforman su catálogo se encuentran Mirabai Ceiba, Snatam Kaur, Bolé y The GuruGanesha Band. Spirit Voyage Latinoamérica es responsable de organizar el Sat Nam Fest, una fiesta increíble de música y yoga en el que cientos de participantes se reúnen para celebrar la dicha de estar juntos, despedir el año y recibir el nuevo ciclo con gran alegría. 
Durante el festival del año pasado, asistí a la clase de Gurmukh, una de las maestras más queridas que participa de manera activa en todos los eventos de Spirit Voyage. Ella es co-fundadora y co-directora del Golden Bridge Nite Moon un centro dedicado a la enseñanza del Kundalini Yoga y la meditación con sedes en Los Angeles y Nueva York. 
Gurmukh guió su práctica acompañada de la música de Mirabai Ceiba y Bolé. Estuvo enfocada en abordar varios aspectos que caracterizan el año que inicia. Para empezar, destacó que, de acuerdo con la numerología, 2014 trae implícito el número cinco (4+1=5) que se asocia a las grandes transformaciones. Y entonces recordó que ella forma parte de los sesenta, una generación que tenía un gran anhelo por encontrar respuestas. De manera intuitiva, decía, "percibíamos que nuestros padres no nos estaban contando toda la verdad y por eso nos revelamos. Iniciamos una revolución. Recuerden a los Beatles. No queríamos resignarnos a vivir una existencia ordinaria. Nos rebelamos contra la Guerra de Vietnam, nos volvimos hippies, consumimos drogas para tener esa conexión con la divinidad. Estábamos en la búsqueda de nuestra tribu. Esa era nuestra revolución porque no contábamos con las herramientas que tenemos ahora: el Kundalini yoga".   
Sus palabras me hicieron reflexionar profundamente sobre el proceso actual que estamos viviendo. Me reconozco en mi tribu, en ese sangham solidario, en la comunidad noble de amigos, maestros, colegas y practicantes con quienes hemos coincidido en tiempo y espacio para compartir esta experiencia única e irrepetible que llamamos vida. Lo que nos mantiene en conexión es ese anhelo de encontrar respuestas. Estoy seguro que ninguno de nosotros, al igual que esa generación de los sesenta, nos resignamos a vivir de manera ordinaria. En lo más profundo estamos seguros que el cuerpo que ahora habitamos es el resultado de haber acumulado muchos méritos, de la buena fortuna de contar con gente que nos apoyo para llegar a este momento. De ahí el valor de un nacimiento humano y la razón por la que no queremos desaprovechar esta oportunidad de hacer que valga la pena. 
Cuando veo que un alumno regresa a clase para continuar su práctica día tras día o que alguno de mis amigos abandona la comodidad de su hogar para viajar del otro lado del mundo para estar cerca de su maestro y adentrarse en el yoga, me recuerda a esa generación de los sesenta que dejaron a un lado lo que sus padres les habían impuesto para iniciar sus propios viajes. Cada vez que tomamos las calles y las plazas públicas para meditar y vivir el yoga; o que nos manifestamos en contra del maltrato a los animales, el consumo de carne; o que apoyamos el consumo sustentable; veo con mayor claridad que esta revolución pacífica se está dando aquí y ahora. 
Durante el mismo Sat Nam Fest, Jai Hari Singh, en su clase, dijo: "No tienen esperanza. Ustedes SON la esperanza". Y en ese momento, al voltear a ver el rostro de mis compañeros de práctica me encontré con jóvenes, adultos, niños, abuelos, mujeres, hombres... A diferencia de la revolución de los sesenta que estaba asociada a la gente joven, nuestra revolución del yoga trasciende a las generaciones mismas, al género, a la religión o condición social. En esta revolución caben todos: kundalinis, ashtanguis, hatha yoguis, renunciantes, bhakti y jñana yoguis; budistas, hinduistas, católicos y judíos; musulmanes y ateos; pacifistas y activistas; ortodoxos y heterodoxos. Si nos reconocemos en este anhelo de encontrarle sentido a la vida y hacer de nuestra existencia algo memorable, sin importar las etiquetas que nos podamos colocar, estoy seguro que la enseñanza y la revolución pacífica de Gandhi está más viva que nunca. Como él simplemente enseñaba: Be the change.  

Daniel Mesino (Dan Sam) es editor de profesión e instructor de yoga en los estilos vinyasa y ashtanga. Su twitter es @omyogahoy

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