Desde hace un
par de años, realizo dos retiros anuales de yoga. He tenido la fortuna de reunir
a dos tipos de estudiantes. Por un lado, se encuentran mis alumnos que acuden
regularmente a las clases que imparto y que rondan entre los 25 y los 35 años
de edad. Por lo general, se trata de practicantes que se encuentran cómodos en
estilos dinámicos y de exigencia física como el ashtanga vinyasa yoga. Y por
otro lado, gracias al entusiasmo de mi madre, se conforma también un grupo de
personas cuyas edades rondan entre los 55 y 70 años de edad. Así, en este
contexto, nos reunimos en la mañana para los ejercicios de respiración
(pranayama) además de meditar juntos y, luego, en las sesiones de yoga ásana,
nos dividimos para asistir a clases especialmente diseñadas para cada grupo de
practicantes.
Esta experiencia conjunta me ha dado la oportunidad de entender a profundidad la enseñanza del maestro Iyengar. Al final, lograr eso que llamo “el estado del yoga”, es decir, cultivar esa mente luminosa que otorga claridad y paz, no depende del esfuerzo físico, sino de la capacidad de generar la atención consciente a través del cuerpo. La serenidad y la libertad de la mente no están en función de que puedas hacer 10, 20 o 108 saludos al sol sino de que estés plenamente consciente ¡de qué estás haciendo por lo menos UN saludo al sol!
El estudiante de yoga debe tener en cuenta que la
etapa en la que se encuentra es perfecta, que no hay nada más real y tangible
que el aquí y el ahora. Todo lo demás son proyecciones mentales. A veces
quedamos atrapados en ideas como “si hubiese empezado a practicar más joven” o
“¿qué ocurrirá cuando mi cuerpo se vuelva viejo y ya no pueda practicar ásanas?”. El
gran estudioso de la filosofía del yoga, Georg Feuerstein, escribe en Yoga para Dummies: “Si
eres mayor y estás pensando en empezar a practicar yoga, debes saber que no
eres el único. En 2008, la publicación Yoga Journal realizó
un estudio que revelaba que de los casi 16 millones de estadounidenses que
practicaban, al menos 3 millones tenían 55 años o más. El yoga puede ayudar a
los practicantes de cualquier edad a mejorar su salud y su bienestar. La caja
de herramientas del yoga está compuesta de numerosas posturas, en función de
cómo se modifiquen, pueden ofrecer el grado de esfuerzo apropiado para cada
practicante, con independencia de la edad o la pericia. Hay que recordar que lo
importante es el proceso y la práctica, no la forma final de las posturas. Una
ventaja que tienen los practicantes de más edad es la enorme paciencia para
estar quietos durante los ejercicios respiratorios y la meditación, ambos muy
importantes”.
Una
manera segura de experimentar los beneficios del yoga en la flor de la vida es
cultivar la atención consciente del cuerpo a través de las posturas de hatha
yoga.
La precisión permite que la mente enfoque su atención en un punto además que los ejercicios propios del yoga trabajan con el sistema óseo y muscular, ¡remedio muy eficaz contra la osteoporosis!
La precisión permite que la mente enfoque su atención en un punto además que los ejercicios propios del yoga trabajan con el sistema óseo y muscular, ¡remedio muy eficaz contra la osteoporosis!
Otra
recomendación es acercarse al yoga restaurativo, ideal para estabilizar el
sistema nervioso y equilibrar estados de depresión y ansiedad. El yoga
restaurativo trabaja con todo el cuerpo: cuellos, hombros, espalda baja, cadera
y rodillas. Se trata de integración del cuerpo. Y finalmente, la meditación.
¡Meditar es la clave para no perder la perspectiva de quiénes somos y de que lo
somos es perfecto! Al final de cuentas, no importan los años que tiene tu vida,
sino la calidad con la que vives esos años.
¡Namasté!
Twitter @omyogahoy
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