Del esfuerzo personal, la observación y el destino


Hace un par de días, un amigo me contó que durante el fin de semana había sido trasladado al hospital con síntomas de un pre infarto. Los doctores, al revisar su presión, le advirtieron que llegó con tiempo, de lo contrario hubiese sufrido un paro cardíaco o una embolia. Los médicos atribuyeron su crisis a una exposición extrema al estrés. Lo más grave de todo es ¡que sólo tiene 29 años!
     Su historia me hizo reflexionar sobre la importancia de estar atentos al cuerpo, a nuestras emociones, a la mente y a nuestro estado de salud en general. Vivimos en una carrera constante contra el tiempo, los presupuestos, los cierres de mes, las cuentas por pagar. Los espacios urbanos son cada vez menos amables. Los ambientes en la oficina son de una competencia constante, muchas veces incluso deshumanizada. Sin embargo, a pesar de estas circunstancias externas, nosotros somos los únicos responsables de cómo nos movemos y reaccionamos ante estos escenarios. 
     Nadie ni nada es responsable de lo que nos sucede. El yoga te proporciona las herramientas para generar esa atención consciente sobre nosotros mismos. Platicaba con mis alumnos que todo esto que hacemos en la clase (respirar, estirarnos, lograr la precisión en las āsanas), nos hace sentir bien pero no sirve de nada sino hacemos un ejercicio de reflexión para contemplar qué nos está llevando a āsukha, el lugar donde la felicidad no existe. Esta forma de meditación para conocernos se conoce como Atma Vichara y es la autoindagación. Sin este trabajo, todo lo demás se vuelve un ejercicio meramente físico. 
      Deepak Chopra nos dice que nosotros actuamos en tres niveles. Primero, el más burdo, es el inconsciente. Por ejemplo, cuando nos llevamos un cigarro a la boca, como mero reflejo, actuamos desde este primer nivel. Enseguida viene el nivel consciente que es cuando estamos presentes en la acción y plenamente pendientes de lo que estamos haciendo. Por lo general, cuando practicas āsanas, te mueves en este nivel pero regresando al ejemplo del cigarro, es cuando observas tu mano y piensas: "¡Acabo de prender un cigarro!". Y finalmente, explica Chopra, viene el nivel de la consciencia del ser, es decir, cuando nos cuestionamos el por qué de nuestras acciones. Y citando nuestro ejemplo anterior, si enciendes un cigarro, ¿te cuestionas realmente por qué lo haces? ¿Eres consciente de las consecuencias de tus acciones?
     Solo cuando comenzamos a realizar este ejercicio de contemplación, podemos ir más profundo en el entendimiento de por qué hacemos lo que hacemos y somos como somos. Es el primer paso para lograr cambiar hábitos.
    Y aquí entra un elemento clave: el esfuerzo personal (tapasya, en sánscrito). Tu salud física, mental y emocional no son producto del destino ni consecuencia de resultados azarosos. Son resultado de tu propio esfuerzo personal. De nadie más. En los comentarios que Mahamandaleshwar Swami Maheshwaranand Giriji escribió sobre el séptimo capítulo de la Bhagavad Gita, explica: "El destino solo es capaz de dar placer y dolor. No puede entorpecer el propio progreso o esfuerzo hacia la auto realización. Para la auto realización solo hace falta esfuerzo. Sin esfuerzo, un ser humano no puede hacer ningún tipo de avance o progreso en prácticas espirituales. En bhoga (disfrute o sufrimiento mundanos) el destino es fuerte, y en yoga (realización), el que es fuerte es el esfuerzo personal. Pero debido a la ilusión, el ser humano hace justo lo opuesto. Hace esfuerzo para obtener felicidad mundana, que es el resultado del destino, y confía en el destino para lograr felicidad eterna. Una persona indolente se confunde y dice, ‘¿qué puedo hacer yo solo?’"

     Si de algo estoy convencido es en la capacidad de transformación y cambio del ser humano. Pero no puedes modificar lo que no conoces y en este sentido, las enseñanzas del yoga son claras: conócete (atma vichara) y esfuérzate por realizar tus prácticas (tapasya). Mi amigo está recuperándose. Su reflexión es que necesita cuidarse y que la medicina sea preventiva. Está ahora convencido que no puede dejar su salud en manos del destino.

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