A principios de
diciembre, tres grandes maestros y amigos se reunieron para dialogar y
reflexionar sobre las luces y las sombras de las ásanas en yoga. La cita fue el
4 de diciembre en Inspira Yoga en la Ciudad de México. Jivan nos
abrió su shala para que junto con Jñana Dakini de Yoga Espacio y Bernardo Kushala Camera de Purno Ham Yoga & Sanación abrieran un
diálogo público para los practicantes de yoga.
La reunión no pudo ser más propicia.
Me recordó el Kumbha Mela que se celebra en la India cuando, cada cuatro años, coinciden swamis,
mahamandaleshwars, gurús y discípulos de toda la península y los rincones más lejanos
del planeta para meditar y contemplar las enseñanzas.
Entre los tres, Jñana Dakini, Jivan
y Kushala, suman varios años de “horas tapete” y trabajo diario meditativo en
la contemplación. La enseñanza de cada uno ha inspirado a cientos de buscadores
a lo largo de más de una década. Por eso, es más que significativo que se haya
organizado un encuentro de este tipo para reflexionar sobre la práctica en la actualidad. En definitiva, el yoga vive un momento de gran apogeo en
el mundo contemporáneo. Cada día se abren más escuelas; comienzan a proliferar
los encuentros multitudinarios; en Estados Unidos se puede hablar de una
industria que genera ganancias multimillonarias. Y por eso cabe bien
preguntarse: ¿vamos en el camino correcto?
Con enfoques muy particulares y
atendiendo a la diversidad de necesidades de los practicantes en la actualidad,
Jñana Dakini, Jivan y Kushala coincidieron en la importancia de ir más allá del
ásana en la práctica de yoga. Las ásanas, como todo en la vida, tienen luces y
sombras. El estado luminoso del ásana es ese estado de bienestar y salud que
propicia la atención consciente del cuerpo. Estirarlo, moverlo, ejercitarlo de
manera apropiada, brinda calma y claridad. Nos prepara para la meditación. Sin
embargo, existe también un estado oscuro y es quedarse en las formas.
El cuerpo y las formas nos atraen. Y el practicante de yoga puede permanecer
atrapado en estas formas externas. El peligro es que si no profundizamos, nos
perderemos de los beneficios reales. La práctica es un gran
entrenamiento para la vida. Se trata de aminorar, en la medida de lo posible,
el sufrimiento. Practicamos para prepararnos para las grandes representaciones
que la vida nos depara: las separaciones, las pérdidas, la muerte. Practicamos
para disfrutar, en su justa dimensión, las bellezas que el mundo nos ofrece. Los
tres coincidieron en que era necesario incluir meditación y pranayama en las
clases regulares. También hablaron de la importancia del discípulo para generar
el cambio. El alumno debe y puede pedir ir más allá de la práctica de ásanas. Y
el maestro no debe ser temeroso de compartir la filosofía del yoga, profundizar
en el entendimiento de lo que ocurre con el cuerpo cuando prácticas ásanas. Al
final de cuentas, como bien dice David Swenson: “a tu casero no lo va a
impresionar si sabes hacer un parado de cabeza o la postura del escorpión. A tu
casero le interesa que le pagues el alquiler del departamento. ¿Cómo reaccionas
cuando llega tu casero a cobrarte la renta?”. Ahí es dónde comienza el yoga.
Muchas gracias
por este maravilloso encuentro. Las reuniones se organizarán eventualmente en
cada centro. Por otro lado, quiero invitarte al Fin
de Semana de Yoga 2013 en el que tendremos la oportunidad de practicar ásanas,
meditar, contemplar y vivir el yoga.
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