Nueva Delhi
Después de un viaje de casi 12 horas de vuelo, con dos escalas (Toronto y Zurich), llego a la tierra del yoga. Hay una sensación extraña. Por un lado, está la alegría de llegar a la tierra mítica del yoga. Sin embargo, por otra está el enfrentarse a un continente enigmático, con varios millones de habitantes que se mueve entre el caos y el fervor religioso.
La capital de la India es una ciudad de contrastes, cosmopolita pero que convive con una pobreza muy extrema. Llegué en un vuelo procedente de Zurich, Suiza, en donde se podría apreciar lo cosmopolita de su población y la variedad de acentos. Gente joven, contenta, que viene de Europa, lo mismo que familias completas. La comida que se sirvió en este vuelo de Air Swiss era vegetariana: arroz, lentejas y curry.
Al llegar al aeropuerto Indira Gandhi de Delhi, tomó un taxi de sitio al International Ranuak Hotel, recomendado por una amiga. El hotel se veía bien en internet pero está en el viejo Delhi, sin duda una de las zonas donde se aprecia la pobreza en la vive está ciudad. Creo que cuando te dicen que la India es pobre no lo crees hasta que lo miras con tus propios ojos. El taxista no habla nada de inglés. Por un momento, me desconcierta ir por calles vacías en la madrugada. Simplemente me dejo fluir y confió en las bendiciones de mis amigos que cuidarían de mi camino. Llego al hotel. La mitad de la calle está pavimentada. No hay nadie en las calles. El hotel cerrado. Por un momento siento algo de temor pero en seguida abre un hombre sonriente y revisa mi reservación. Él y otros amigos duermen en la recepción. Se despiertan y me asignan mi cuarto. Es cómodo, y una pantalla plana es el único elemento que me dice que no estoy en una película de los años ochenta. Vengo muerto, necesito dormir un par de horas. Al despertar, sintonizo la televisión, en varios canales se ofrece la estridente música de los artistas hindúes que siguen con la fuerte influencia del pop ochentero. Pero en otros canales, se ofrecen transmisiones en vivo de la recitación de textos sagrados de la India así como las enseñanzas de los maestros.
Salgo a la calle con los primeros rayos del sol. En verdad es un país pobre en lo material. Voy a desayunar algo. En el día quiero conocer algo de Delhi. Mañana iré al satsang de Shanti Mandir. Debo confesar que la India, desde que llegas, te impacta.
Tips para no olvidar:
Una linterna es necesaria.
No olvides el papel higiénico.
Después de un viaje de casi 12 horas de vuelo, con dos escalas (Toronto y Zurich), llego a la tierra del yoga. Hay una sensación extraña. Por un lado, está la alegría de llegar a la tierra mítica del yoga. Sin embargo, por otra está el enfrentarse a un continente enigmático, con varios millones de habitantes que se mueve entre el caos y el fervor religioso.
La capital de la India es una ciudad de contrastes, cosmopolita pero que convive con una pobreza muy extrema. Llegué en un vuelo procedente de Zurich, Suiza, en donde se podría apreciar lo cosmopolita de su población y la variedad de acentos. Gente joven, contenta, que viene de Europa, lo mismo que familias completas. La comida que se sirvió en este vuelo de Air Swiss era vegetariana: arroz, lentejas y curry.
Al llegar al aeropuerto Indira Gandhi de Delhi, tomó un taxi de sitio al International Ranuak Hotel, recomendado por una amiga. El hotel se veía bien en internet pero está en el viejo Delhi, sin duda una de las zonas donde se aprecia la pobreza en la vive está ciudad. Creo que cuando te dicen que la India es pobre no lo crees hasta que lo miras con tus propios ojos. El taxista no habla nada de inglés. Por un momento, me desconcierta ir por calles vacías en la madrugada. Simplemente me dejo fluir y confió en las bendiciones de mis amigos que cuidarían de mi camino. Llego al hotel. La mitad de la calle está pavimentada. No hay nadie en las calles. El hotel cerrado. Por un momento siento algo de temor pero en seguida abre un hombre sonriente y revisa mi reservación. Él y otros amigos duermen en la recepción. Se despiertan y me asignan mi cuarto. Es cómodo, y una pantalla plana es el único elemento que me dice que no estoy en una película de los años ochenta. Vengo muerto, necesito dormir un par de horas. Al despertar, sintonizo la televisión, en varios canales se ofrece la estridente música de los artistas hindúes que siguen con la fuerte influencia del pop ochentero. Pero en otros canales, se ofrecen transmisiones en vivo de la recitación de textos sagrados de la India así como las enseñanzas de los maestros.
Salgo a la calle con los primeros rayos del sol. En verdad es un país pobre en lo material. Voy a desayunar algo. En el día quiero conocer algo de Delhi. Mañana iré al satsang de Shanti Mandir. Debo confesar que la India, desde que llegas, te impacta.
Tips para no olvidar:
Una linterna es necesaria.
No olvides el papel higiénico.
Gracias por contarnos acerca de la experiencia de tu llegada. El shock cultural es fuerte y seguro que dia a dia India ira mostrando sus maravillas y misticidad. Mucha suerte en tu aventura y segui escribiendo :)
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