Dharana, la atención correcta

Dime si no te ha pasado que cuando les dices a tus amigos que prefieres no acompañarlos a cenar al restaurante argentino de moda porque ya no comes carne y porque mañana tienes práctica de yoga, ellos ponen esa cara de preocupación en la que lees claramente: “¡A éste ya lo perdimos!” Y lo peor viene cuando, en ese momento, tú comienzas a cuestionar tu propia constancia: ¿Por qué tanto esfuerzo? ¿Para qué tanta disciplina? En verdad, ¿vale la pena?
   Hoy en día, la gente practica yoga por diversos motivos (para estar en forma, como una manera de aliviar el estrés, porque han encontrado un camino espiritual, etc.). De hecho, si preguntas a tus compañeros qué los ha motivado, estoy seguro que no encontrarás dos respuestas iguales. Cualquiera que sean tus razones, sé consciente de que el yoga es un camino de transformación constante y que practicarlo un regalo, resultado del mérito acumulado por tus acciones.
   Practica con las consciencia de que las ásanas (o posturas) no son ejercicios biomecánicos. Durante su ejecución, se realizan cambios internos, sutiles, que tienen repercusión directa en nuestros estados mentales y emocionales. Y para comprender qué ocurre durante el yoga están las escrituras. K. Pattabhi Jois decía continuamente que “éste (el Ashtanga Vinyasa Yoga) es el yoga de Patañjali”, en referencia a los Yoga Sutras.
    Ya hemos platicado anteriormente de las ocho ramas del Yoga que describe Patañjali. Ahora toca el turno a dharana, que se explica en el sutra primero del tercer libro:

Concentración (dharana) es fijar la consciencia en un punto o zona.


B.K.S. Iyengar explica que “dharana es enfocar la atención en un punto o zona elegidos, dentro o fuera del cuerpo. Mediante la concentración se controlan y enfocan las funciones de la mente”. ¿Recuerdas los pilares de la práctica del Ashtanga Vinyasa Yoga: respiración, cierres musculares o bandhas, vinyasa (unión entre movimiento y respiración) y dristhi o punto de enfoque? Pues drishti proviene de la palabra dris que en sánscrito significa ver e Iyengar afirma que “dharana queda asentado cuando la mente aprende a permanecer estable por sí misma, o a mantenerse en un objeto inmóvil”. Y la manera de comenzar es aprendiendo a dirigir nuestra mirada hacia un punto fijo.
   El asunto se pone interesante cuando comenzamos a revisar cómo la práctica de cada una de las ocho ramas que describe Patañjali comienza a generar cambios sustantivos en nuestras vidas. No de manera lineal, sino gradual y en forma simultánea. Iyengar puntualiza que a través de la práctica de yama y niyama, desarrollamos estabilidad emocional. Mediante el ásana, mantenemos el cuerpo libre de enfermedades. En pranayama aprendemos a regular el flujo de energía para alcanzar una adecuada distribución por todo el cuerpo. Con pratyahara desarrollamos fuerza de voluntad, nos desapegamos de los órganos de los sentidos y adquirimos claridad de pensamiento. Así estamos listos para proceder con la búsqueda interior, enriqueciendo la mente mediante dharana o concentración. Desarrollar esta habilidad es la puerta a estados más profundos de meditación.

Finalmente, Iyengar recomienda que al enfocarnos en objetos externos, éstos sean auspiciosos y que estén asociados a la pureza. En el Yoga existen ciertos puntos adecuadas para la concentración: la esfera del ombligo (nabhicakra), el loto del corazón (hrdaya pundarika), el centro de la cabeza (murdhani), la luz brillante (jyotisi o ajñacakra), la punta de la nariz (nasikagra) y la raíz de la lengua (jihvagra).



Así que la próxima vez que cuestiones tu disciplina, piensa que el esfuerzo bien vale la pena. Estás trabajando en el proyecto más importante: tu propia transformación.

¡Namasté!

Lectura recomendada: Iyengar, B.K.S., Luz sobre los Yoga Sutras de Patañjali, Kairos, Barcelona, 2009.

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