Una práctica para toda tu vida


¡Cómo me cuesta trabajo concentrarme en diciembre! Es un mes donde el ánimo es festivo, nadie contesta las llamadas, no se pueden cerrar acuerdos, aún no se aprueban los presupuestos y el tráfico es fatal. Sólo se puede pensar en vacaciones y playa. Sin embargo, también hay un sentimiento de gratitud por haber llegado al final del año. Y vale la pena detenerse un poco en este ir y venir, y enfocar nuestra atención en esta necesidad de agradecer para contemplar y apreciar las bendiciones que hemos recibido hasta ahora. Siempre es mucho más fácil destacar aquello que nos saca de balance porque lo que armoniza lo consideramos un estado natural. Si me siento bien, no pasa nada pero sí algo me causó malestar, entonces todo en nuestra vida está mal. Y eso ocurre porque reaccionamos emocionalmente, desde la visera. ¿Cómo lograr una visión más ecuánime de la vida? ¿Cómo apreciar, desde la posición del testigo, las múltiples bendiciones que siempre estamos recibiendo y que damos por hecho? ¿Cómo mantenernos estables y aceptar que esas situaciones que nos sacan de balance son efímeras y están ahí porque debemos vivirlas y sortearlas para nuestro propio crecimiento como ser humanos? La respuesta es sencilla: con las prácticas. A diferencia de otros senderos de desarrollo, el yoga es un camino práctico. Hay que vivirlo, experimentarlo. El yoga coexiste con la vida ajetreada de nuestros días y mantener una práctica constante con tus obligaciones diarias es la mejor manera de experimentar sus beneficios. Yo lo viví. Durante mi entrenamiento para certificarme como instructor, teníamos que levantarnos todos los días a las 5 de la mañana. Bañarnos, practicar de 6 a 8. Después me volvía a bañar y de ahí a la oficina. Para regresar en la tarde a meditar y tomar clases de teoría. De entrada, pensé que nunca me iba a dar tiempo, sin embargo, fue increíble como todo se acomodó de manera perfecta. Incluso recuerdo que cuando llegaba, ¡ni siquiera me tenía que preocuparme por un lugar de estacionamiento porque siempre encontraba espacio! Desde mi experiencia, considero que son tres las prácticas indispensables que puedes incorporar poco a poco a tu rutina diaria:

Medita. Por lo menos, 20 minutos diarios. Más vale una práctica constante que meditar 1 hora cada semana. Inténtalo.

Posturas. Yoga físico. Date la oportunidad de dedicar por lo menos cuatro sesiones a la semana.

Contempla las escrituras. De cualquier tradición. Patanjali dice que el conocimiento sin sustento es ilusorio. Estudia y contempla libros como los Yoga Sutras de Patanjali o la Bhagavad Guita. En estos días estoy leyendo Autobiografía de un Yogui de Yogananda. Estudiar las escrituras te ayudará a comprender los cambios benéficos que experimentarás a partir de tu práctica de meditación y de posturas.

¡Qué 2010 sea un año lleno de bendiciones, sabiduría y yoga! ¡Qué el amor y el gozo por las prácticas sea tu sustento! ¡Qué nunca pierdas la conexión!

Namasté

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