Hot, hip and holy



La iniciación en la práctica del yoga se compone de autocontrol (Tapas), autoaprendizaje (Swadhyaya) y dedicación del yo al ideal de la suprempa individualidad (Iswhara).


Sutra I, Libro II de Patanjali


Hace un año tuve la oportunidad de asistir a una clase con Sharon Gannon y David Life, los creadores de la escuela Jivamukti. La experiencia me inyectó una energía para mi práctica ya que encontré el gozo en las posturas. Este año tuve la fortuna de volver a practicar con ellos en el singular taller Hot, hip and holy que literalmente se traduce como “caliente, cadera y sagrado”. Siempre me sucede que no leo las letras chiquitas de nada y por supuesto no tenía idea de lo que iba a ser este taller de tres horas. Invité a una amiga y le había contado lo increíble que había sido practicar con ellos así que decidimos aventarnos, cruzar la ciudad y llegar al Hotel Royal Pedregal, sede del Sexto Encuentro Internacional de Yoga. Empezamos puntualmente. Yo esperaba una sesión vigorosa con un música de armonío y mantras de la India pero no. Sharon y David, acompañados de los maestros de Jivamukti en México, comenzaron a cantar un Om largo, posteriormente nos dieron la bienvenida a todos y luego... ¡zas! Comenzó a escucharse música de ¡Hip hop! Con el ritmo vertiginoso de la música, David comenzó a sincronizar movimientos. Por supuesto mi resistencia mental surgió. Dije, “esto no es yoga”. Sin embargo, de repente, comenzó un Saludo al Sol (Surya Namaskar), luego otro, y otro, y después las variantes, una postura y otra. Trikonasana, Paravitra trikonasana, Paschimotanasana, era impresionante como entrabamos en cada postura y la energía que se había creado nos impulsaba a seguir adelante. Finalmente, habíamos completado la primera parte de la práctica que era generar ese calor interno que nos permitiría lograr una flexibilidad en el cuerpo. La parte hot del taller estaba completa. Venía ahora hip caderas. Y así fue que fuimos al piso. Janu Sirsasana, codo a la rodilla, torsión del codo a la rodilla, después el loto de la dicha o Vikasitakamalasana. ¡¿Cómo entrábamos en esas posturas?! La energía que habíamos generado entre todos nos ayudaba. Eramos casi 400 en el salón, de todas las edades. David comentó que en las caderas se acumulan muchas de nuestras impresiones del pasado y nuestras preocupaciones del futuro. Y un yogui no puede vivir anclado a su pasado ni preocupado por un futuro que aún no existe. Por eso era importante tener esa experiencia corporal de abrirnos para poder estar aquí, en el presente. Culminamos esta parte con Hanumasana, que es el split. Yo no hice el split completo pero la vivencia corporal hace que haya entendido la importancia de vivir en el aquí y en el ahora. El hip o caderas ya estaba listo. Y para comprobar que si hubo una apertura de caderas, la música de Manu Chao sonó a todo y comenzamos a bailar durante unos minutos. Luego faltaba la última parte del taller y era lo sagrado, holy. ¡Y qué mejor manera de honrar a lo sagrado que tener Satsang o estar en compañía de la verdad y para eso contemplamos el Sutra I del Libro II de los Yoga Sutras de Patanjali que nos recordó la importancia del autocontrol (cómo me relaciono con el mundo exterior a través de los sentidos), el autoaprendizaje (la contemplación de los textos sagrados como una forma de conectarme con el conocimiento de mi propio Ser interior) y finalmente como me entregó y reconozco esa divinidad en el universo. Tal y como lo dice la Bhagavad Guita: haz tu mejor esfuerzo. Cumple con tu dharma a la perfección. Los resultados... eso ya es trabajo de Dios. Una vez más, gracias Sharon, gracias David, por recordarme lo gozoso de esta práctica, ya que en la diversidad del mundo hay unidad. Gracias. ¡Namasté!

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