La manera en que practicamos ha evolucionado. No hay duda de esto. Del yoga de los renunciantes en los Himalayas a los shalas que hoy existen en las grandes ciudades, hay cambios sustanciales. En nuestros días se puede hablar de una democratización del yoga. Se han abierto más estudios, los hoteles y los gimnasios ofrecen clases en diferentes estilos, y muchos spas integran sesiones de yoga en sus terapias de salud y bienestar. Y qué decir de la industria en términos de campañas de mercadotecnia para publicitar libros, videos, música, retiros, cursos de especialización, revistas temáticas, canales de televisión, calendarios, ropa diseñada especialmente para la práctica, aditamentos, tapetes, etc.
Todo esto ha derivado en que cada día haya más gente interesada en acercarse al yoga y por lo tanto un aumento en la demanda de maestros y espacios especialmente preparados para esta disciplina. Y aquí es importante detenerse y reflexionar. ¿Hacia dónde estamos llevando nuestra práctica? En una cultura que tiende a darle mayor importancia a la forma, y no al fondo, ¿qué ocurre con la manera de enseñar hoy? Es muy sencillo irnos por las formas. Pensar que el yoga es una postura o un cuerpo con una constitución determinada es la idea más frecuente para muchas personas que leen artículos en revistas de estilo de vida o que ven cápsulas en distintos programas de televisión. Y lo más interesante es que si realizas una encuesta y preguntas "¿por qué practicas yoga?", la mayoría de los encuestados responderá: "para relajarme y sentirme mejor".
Si bien es cierto, que una manera efectiva de conectar con el momento presente, la autoindagación y el autoconocimiento es a través del cuerpo, es importante llevar el yoga más allá de las ásanas o posturas. La razón de ser de la práctica es cultivar una mente en paz y un corazón compasivo. Para lograr una mente en paz, necesitas un cuerpo sano. El conocimiento de cómo funciona el cuerpo, y su vinculación con las emociones, te permite observar a la mente. Y con una mente en calma, se cultiva un corazón compasivo. Siempre considera estos aspectos al realizar tu práctica. Recuerdo la anécdota que me contó una querida amiga, gran practicante. Ella me relató que se dirigía a su clase de yoga. Iba retrasada. Al llegar al estudio, había muchas camionetas. La persona que iba a recibirle su carro para estacionarlo, no la atendía. Entonces estalló y comenzó a gritarle. Algo pasó en su corazón, se dió cuenta de sus acciones y comenzó a llorar. Contempló en ese momento: "¿De qué me sirve hacer 10, 15 o 20 saludos a sol si no puedo ser cinco minutos paciente?"
No estoy en contra de la democratización y popularidad que el yoga está experimentando. Al contrario, celebro que cada día más personas se acerquen a esta forma de vida. Lo que sí enfatizo es que la práctica debe hacerse desde la atención consciente. Observar las necesidades que tenemos de vivir en espacios cada vez menos amables, donde debemos transitar grandes distancias con congestionamientos vehiculares. Si nos quedamos en la forma física, no habrá grandes transformaciones. Desikachar, el hijo de Krishnamacharya, es claro en enfatizar que el esfuerzo del ser humano debe estar centrado en tres aspectos:
- En la salud
- En la investigación (o el conocimiento de uno mismo)
- En la calidad de la acción
Así que honremos el momento que vive el yoga hoy. Las prácticas y la filosofía del yoga, sin lugar a dudas, son muy necesarias para los tiempos que nos han tocado vivir.
Todos los lunes,a las 20:15 imparto clases de yoga en Purno Ham, Yoga y Sanación, un estudio ubicado en la Colonia del Valle, en la Ciudad de México. Para mayor información, consulta www.purnoham.com También puedes seguir el twitter @omyogahoy donde encontrarás información sobre cursos y escuelas, no sólo en México sino en otras partes del mundo. ¡Qué todo el mundo sea feliz!
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